viernes, 28 de septiembre de 2012

La dulce Semana Santa






Desde hace algunos años, mi familia tiene la costumbre de reunirse los viernes de semana santa a compartir entre todos con primos, tíos y abuelos, una reunión en donde no solo las historias de años anteriores o de los sucesos recientes son protagonistas, durante esta época mi abuela suele preparar una serie de dulces cuyos nombres no sé si son los tradicionales o si son una denominación que mi  familia le ha dado a través de las generaciones; estos dulces son el centro de atracción tanto para niños y adultos durante estas reuniones, puesto que durante otras épocas del año ninguno de nosotros tiene la oportunidad de probarlos, entre los dulces que recuerdo están: un caramelo de plátano que usamos para untar sobre galletas, al que mi primo llama mongo-mongo, dulces de tamarindo, tortas de banano, entre otras delicias que en el momento no logro recordar pero cuyos sabores están presentes en mi memoria cada vez que recuerdo la Semana Santa. Así es como durante estas reuniones, en las que mi casa parece estallar de la cantidad de gente que se encuentra allí, hay un momento de silencio mientras todos; sin importar si somos jóvenes o viejos, si nos hablamos el resto del año o no; nos sentamos por toda la casa, en el comedor, la sala, el patio y las escaleras a comer y saborear el amor con el que una mujer como mi abuela es capaz de preparar sus recetas.

Ingrid Gisell Farfán.

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