Cocinando con el corazón
Desde pequeños
nos enseñaron que para tener fuerzas y crecer debíamos alimentarnos bien; creo
que esto no fue solo en mi familia a muchos cuando éramos niños nos contaron
esta historia y era tal vez esa frase de mi abuela diciendo: “si no comen todo,
se quedarán pequeños” o las amenazas de mi mamá de quien no entregara el plato desocupado
no podría jugar las que hacían que obedeciéramos dejando el plato desocupado. Luego
no fue una obligación si no un placer sentarnos en la mesa y deleitar uno a uno
los platillos que preparaba “mi abu”, así
fuimos creciendo día a día y entonces la hora de la cena era la más esperada
pues aunque ya no hacíamos carreras con mi hermano y mis primos de quien
primero acabara su comida; ahora compartíamos
una a una nuestras experiencias del día
y reíamos hasta que nos dolía el estomago.
Mi abuela
materna es sin lugar a duda el símbolo de la
cultura gastronómica en mi familia, ha sido ella la pieza clave para
nuestras vidas. Ella no solo enseño a cocinar a sus hijas, si no también le
enseñaba a sus nueras, a sus primas, a sus vecinas… Su amor por la cocina se podría llegar a
comparar con el amor que le tiene a su familia; cada cosa que prepara incluso
un simple café es único: su aroma, su sabor, la forma en que lo sirve… Estoy
segura que cada en plato que prepara pone una parte de su corazón y es esto el
toque secreto para que no sepa igual a ningún otro.
Barbarita
como todos la llamamos nació en Sutamarchan-Boyaca y es esta la razón principal
por la que su cocido Boyacense es el
más delicioso de todos. Ella es un libro
de secretos, solo ella sabe en qué momento exacto echar la papas criollas y los
nabos para que no se diluyan, que clase de carne hará que el sabor del cocido perfecto
; pero la mejor parte es verla enseñar, su cara muestra el esfuerzo y el amor
con que lo hace, al final prueba lo que has cocinado y aunque este mal siempre dirá:
“nada mal para ser la primera vez” y a continuación
te dirá una a una las cosas que debes mejorar para la próxima ocasión . Aun no
ha llegado mi turno para aprender a hacer el cocido, pero espero con ansias ese
día y me da gusto saber que con ella no morirá esta tradición en mi familia.
Lina Maria
Castellanos Castillo
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