viernes, 14 de septiembre de 2012


COMIDA EN FAMILIA, UNA TOTAL PRERROGATIVA
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La relación entre  la cultura gastronómica y mi familia empalma  con lo  que describe Santi Santamaría en su libro “El Restaurante”;  puntualmente con lo que concierne a lo que él relata  acerca de Francia a mediados del Siglo XIX, donde los restaurantes eran lugares intermediarios y auspiciadores de diálogos y relaciones sociales que interconectaban lazos entre comensales.

Ahora bien, dentro de mi entrono familiar,  independientemente de si se da lugar a una comida de carácter “especial” o una de tipo cotidiano, lo que realmente resalta es lo que viene ligado al consumir un alimento; es decir, tratamos siempre de respetar el espacio destinado a la ingesta de los mismos y hacemos del comedor un lugar más ameno que permita unir nuestros lazos familiares. Si en determinada ocasión alguno de los integrantes de mi núcleo familiar no está presente, su ausencia es notoria, debido a esa tradición y costumbre que como familia, los cinco miembros hemos preservado. Hoy en día este tipo de espacios no se respetan e incluso se obvian debido al mundo tan estresado en el que vivimos, sin embargo el destinar una porción de nuestro tiempo a compartir y realmente degustar los alimentos, generan en mi una gran expectativa.

Partiendo con el  planteamiento de este ilustre personaje – Santi Santamaría- y  enlazándolo con la experiencia que previamente fue relatada, considero y valoro como interesante el hecho de haber contado con la oportunidad de preservar estas pequeñas pero significativas costumbres dentro de mi familia, pues personalmente siento como realzan el valor intrínseco que los mismos alimentos pudieran tener, y me permiten valorar el comer (acto de “masticar y desmenuzar el alimento en la boca y pasarlo al estómago” según la última versión del DRAE) como verdaderamente un privilegio.

Sebastián Llanos Ruiz

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