COMIDA EN FAMILIA, UNA TOTAL
PRERROGATIVA
b
La
relación entre la cultura gastronómica y
mi familia empalma con lo que describe Santi Santamaría en su libro “El
Restaurante”; puntualmente con lo que concierne
a lo que él relata acerca de Francia a
mediados del Siglo XIX, donde los restaurantes eran lugares intermediarios y
auspiciadores de diálogos y relaciones sociales que interconectaban lazos entre
comensales.
Ahora
bien, dentro de mi entrono familiar, independientemente de si se da lugar a una
comida de carácter “especial” o una de tipo cotidiano, lo que realmente resalta
es lo que viene ligado al consumir un alimento; es decir, tratamos siempre de
respetar el espacio destinado a la ingesta de los mismos y hacemos del comedor
un lugar más ameno que permita unir nuestros lazos familiares. Si en
determinada ocasión alguno de los integrantes de mi núcleo familiar no está
presente, su ausencia es notoria, debido a esa tradición y costumbre que como
familia, los cinco miembros hemos preservado. Hoy en día este tipo de espacios
no se respetan e incluso se obvian debido al mundo tan estresado en el que
vivimos, sin embargo el destinar una porción de nuestro tiempo a compartir y
realmente degustar los alimentos, generan en mi una gran expectativa.
Partiendo
con el planteamiento de este ilustre
personaje – Santi Santamaría- y
enlazándolo con la experiencia que previamente fue relatada, considero y
valoro como interesante el hecho de haber contado con la oportunidad de
preservar estas pequeñas pero significativas costumbres dentro de mi familia,
pues personalmente siento como realzan el valor intrínseco que los mismos
alimentos pudieran tener, y me permiten valorar el comer (acto
de “masticar y desmenuzar el alimento en
la boca y pasarlo al estómago” según la última versión del DRAE) como
verdaderamente un privilegio.
Sebastián Llanos Ruiz
No hay comentarios:
Publicar un comentario